Si de adultos queremos conseguir tener una dentadura perfecta hay que cuidarse los dientes desde que comienzan a aparecer; y con el paso de los años seguir una buena rutina de higiene dental. Así que como es fundamental en la vida de todos nosotros, hemos recopilado aquí los mejores consejos para gozar de una dentadura sana y radiante durante toda la vida: ¡Síguelos!
Desde pequeñitos: los dientes del bebé
Todo empieza con los meses que preceden a la aparición de los primeros dientes. Hay que emplear una pequeña gasa empapada en agua y pasarla con delicadeza por la línea donde le van a salir los dientes. Cuando aparecen los primeros dientes de leche, a los bebés hay que limpiarles los dientes dos veces al día con un paño suave para eliminar cualquier tipo de bacteria que pueda crear entre sus primeros dientes de leche y las encías.
Alrededor del año podemos empezar a utilizar un cepillo de dientes suave para cepillarles los dientes y encías. Emplearemos una cantidad muy pequeña de pasta de dientes que no contenga flúor para que no pueda causar ningún daño al niño en caso de que se la trague ya que aún no saben escupir.
A esta edad es cuando debemos llevar al niño al odontólogo por primera vez, fundamentalmente si tiene un riesgo alto de tener caries o cualquier otro problema relacionado con los dientes.
Entre los 12 y 18 meses podemos usar un cepillo especial para niños, que sea pequeño y de colores divertidos y vistosos para que le guste al niño, y ellos mismos lo puedan manejar puntualmente, y siempre con la supervisión de un adulto. Así se van familiarizando poco a poco con el cepillo.
Es bueno que los niños a esta edad nos vean cepillarnos los dientes, y vayan aprendiendo ya sea por curiosidad o por imitación a hacer lo mismo. Siempre hay que tratan de hacer que la hora del cepillado sea como un juego para los niños, un momento en el que aprenden a la vez que se divierten. Esto les animará a querer lavarse los dientes.
Higiene dental en niños
A partir de los 3-4 años cuando ya hayan aprendido la rutina de cepillarse los dientes y sepan escupir la pasta de dientes, podemos empezar a confiar en ellos, y dejarles que solos se laven los dientes y les iremos aumentando poco a poco la cantidad de pasta e ir probando nuevas cremas dentales.
Para cuidar y proteger los dientes de leche, es importante seguir unas normas de higiene bucal, como que se acostumbre a lavarse los dientes tres veces al día, después de cada comida; prestando principal atención en el de cepillado de la mañana tras el desayuno y el de la noche antes de irse a la cama.
Durante todo este tiempo, no debemos olvidar las visitas periódicas al dentista, sobretodo si apreciamos algún tipo de anomalía en el crecimiento de los primeros dientes o en su higiene, así como por ejemplo, el sangrado de las encías o la aparición de caries.
Más adelante sobre los 7 años, cuando los dientes de leche se vayan cayendo y aparezcan los definitivos, podrán usar hilo dental con nuestra ayuda y supervisión, haciéndolo siempre con suavidad.
A partir de esta edad son muy importantes las visitas al dentista para vigilar el crecimiento y desarrollo de los huesos maxilares, la ubicación correcta de los dientes, y que no haya ningún problema con la mordida. Es aconsejable realizar una visita al dentista cada 6 meses para llevar control de la boca.
La adolescencia es vital en la futura salud dental
Sobre los 12 años salen los segundos molares definitivos, y alrededor de los 13 años ya se tienen todos los dientes definitivos. A esta edad aún hay que utilizar un cepillo suave, incluyendo dentro de la rutina de higiene bucal enjuagues con flúor y el uso del hilo dental.
En la adolescencia, según van cambiando las dimensiones de la boca, es aconsejable cambiar también tanto de cepillo de dientes a uno de mayor dureza como de pasta dentrífica, pasar de los productos infantiles a los de adultos.
Y de mayores, más cuidado aún
Este tipo de hábitos de higiene bucal hay que seguir haciéndolos a lo largo de los años.
Combinando un correcto cepillado y el uso del flúor e hilo dental 3 veces al día con una buena alimentación tratando de evitar lo máximo posible alimentos como: las bebidas gaseosas o energéticas, el café, las patatas fritas, los dulces y los cítricos; ya que afectan negativamente a lo dientes provocando entre otras cosas sequedad bucal o pérdida del esmalte; y visitas periódicas al dentista: conseguiremos tener una boca sana y una sonrisa perfecta.